El achaparramiento del maíz, causado por un complejo de patógenos (2 molicutes y 2 virus) transmitidos por el insecto Dalbulus maidis, ha transformado radicalmente el panorama agrícola en Argentina, particularmente en el NOA y NEA y amenazando el cinturón maicero.
Esta plaga, históricamente confinada al norte de Argentina, ha alcanzado ahora niveles sin precedentes en regiones anteriormente no afectadas, como consecuencia del cambio climático y de una serie de inviernos suaves que permitieron el desarrollo de su población. La temporada 22-23 fue testigo de graves sequías que devastaron los rendimientos de maíz, mientras que la temporada 23-24 trajo consigo un aumento de la actividad de la plaga, lo que llevó a muchas zonas a un rendimiento cero y a importantes caídas en las intenciones de siembra.
A pesar de que un invierno frío en 2024 redujo el riesgo de la plaga, la confianza de los agricultores sigue siendo escasa. Nerviosos por los impactos pasados, muchos productores han optado por no plantar maíz o reducir la superficie, lo que pone de relieve el papel fundamental de la confianza en la recuperación de los cultivos.
Una Plaga que Redefine Estrategias Productivas
Lucas Cazado, doctor en ciencias biológicas y representante de una de las coordinaciones Institucional de la Red Nacional de Monitoreo de D. maidis, explica que la expansión de la chicharrita no es un fenómeno reciente, pero su impacto económico y productivo en la campaña 2023/2024 ha sido devastador. “En el norte de Argentina convivimos con esta plaga desde hace años, pero nunca habíamos tenido una problemática de esta magnitud. En el cinturón maicero del centro-sur del país, donde los inviernos solían limitar su propagación, la situación es inédita,” comenta Cazado.
El achaparramiento provocó una reducción significativa en los rendimientos, especialmente en cultivos de maíz tardíos, lo que llevó a muchos productores a optar por sembrar soja u otros cultivos no susceptibles a la plaga.
Alejandro Vera, Investigador de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC), señala “La campaña 2023 tuvo una condición ambiental muy favorable para este vector. La ausencia de heladas intensas permitió que el maíz remanente actuara como reservorio del insecto y del complejo de patógenos.”
Un Impacto Global
Argentina, tercer exportador mundial de maíz, enfrenta no solo un desafío interno, sino también repercusiones globales. Según Cazado, “la disminución en las siembras de maíz afecta la dinámica comercial mundial. Aunque algunos productores ahora reconsideran el maíz como una opción, lo hacen con cautela y estrategias de mitigación en marcha.”
Estrategias para Combatir el Problema
La magnitud de la crisis ha impulsado una colaboración sin precedentes entre productores, técnicos, investigadores e instituciones. La Red Nacional de Monitoreo de D. maidis, liderada por MAIZAR y coordinada a nivel general por la EEAOC, cuenta con el respaldo de organismos y asociaciones como AAPPCE, Aapresid, CREA, CONICET, INTA, UNNOBA, SENASA, CASAFE, ASA, entre otros. Esta red implementa trampas cromáticas amarillas en 450 puntos estratégicos del país para analizar la dinámica poblacional de Dalbulus maidis. “El monitoreo constante nos brinda la posibilidad de comprender los patrones de aparición y desaparición de las poblaciones, lo que resulta fundamental para tomar decisiones basadas en datos sólidos,” señala Cazado, líder del proyecto plagas de CREA (Consorcio regional de experimentación agrícola).
Además, se han promovido prácticas culturales como la eliminación de maíces voluntarios, la concentración de fechas de siembra y la selección de híbridos tolerantes. Sin embargo, como destaca Vera, aún quedan brechas significativas: “En Argentina no se habían desarrollado híbridos específicos tolerantes a esta plaga. La industria apenas comienza a enfocarse en este problema.”
El rol de la Investigación Biológica
Un avance prometedor dentro de la sustentabilidad ha sido desarrollado por el equipo de la UNNOBA liderado por la Dra. Catalano Inés que secuenció el transcriptoma de D. maidis en todos los estadios de vida del insecto, de manera de inferir cuáles son los genes que se expresan en cada etapa. El objetivo fue reconocer aquellos genes involucrados en la elevada eficiencia reproductiva de D. maidis, con el propósito de poder diseñar estrategias o tecnologías para reducir la población de esta plaga. Además, Catalano lidera la coordinación de los análisis moleculares de PCR para determinar la infectividad a espiroplasma en las diferentes zonas agroecológicas de Argentina dentro del proyecto de la red nacional de D. maidis.
“Estamos ante una plaga monófaga que depende exclusivamente del maíz para alimentarse y reproducirse. Si entendemos su biología a fondo, podremos desarrollar estrategias integrales para controlar su impacto,” señala Vera.
Sin embargo, tanto Cazado como Vera coinciden en que ninguna solución aislada será suficiente. “El uso de agroquímicos por sí solo no es efectivo cuando las poblaciones de la plaga son elevadas. Necesitamos combinar herramientas químicas, biológicas y culturales,” comenta Cazado.
Lecciones Aprendidas y el Camino Hacia el Futuro
El achaparramiento del maíz ha revelado la importancia de un enfoque colaborativo y multifactorial. Cazado resalta: “Este problema nos ha enseñado que el esfuerzo individual no basta. Si un productor controla la plaga pero sus vecinos no, el esfuerzo se pierde. La unión entre instituciones y productores ha sido clave.”
Vera añade una perspectiva cautelosa pero esperanzadora: “Si bien la plaga no desaparecerá, podemos manejarla con niveles poblacionales bajos y minimizar su impacto. Es un desafío que nos obliga a desaprender y reconfigurar nuestras prácticas.”
El Impacto de Otras Amenazas Emergentes
Mientras Dalbulus maidis ocupa el centro de la atención, Vera alerta sobre otras problemáticas que comienzan a emerger. “Estamos observando fallas en tecnologías transgénicas, como la resistencia de plagas clave del maíz a las proteínas VIP y CRY. Desde hace dos campañas, detectamos una disminución en la eficacia de los maíces VIP frente a Helicoverpa zea (oruga de la espiga). Es fundamental mantener una vigilancia activa y preparar estrategias de contingencia,” advierte.
Vera señala que en Brasil ya se está reportando una situación similar con Spodoptera frugiperda. Aunque en Argentina la tecnología VIP aún es efectiva contra esta plaga, existe el riesgo de que el problema se replique en los próximos años. Esto resalta la importancia de un monitoreo constante y de una gestión proactiva para enfrentar posibles desafíos futuros.
El achaparramiento del maíz no solo representa un desafío productivo, sino también una oportunidad para reforzar la resiliencia del sector agrícola argentino. La combinación de investigación, colaboración y educación promete mitigar el impacto de esta plaga disruptiva, mientras el país se prepara para enfrentar las amenazas futuras.
Como concluye Cazado: “La clave está en entender que no es el fin del maíz, sino un llamado a evolucionar en nuestras prácticas. Si lo hacemos bien, podemos convertir esta crisis en una oportunidad para aprender y progresar.”