Como facilitador de debates en todo el mundo, he llegado a aprender qué es lo que hace que un debate sea realmente fructífero y dé lugar a un cambio sustancial, versus un resultado que simplemente mantenga el statu quo o que consiga que la gente solo esté de acuerdo a regañadientes con determinado tema. El primero genera compromiso, mientras que el segundo simplemente genera consenso.
¿Cuál es la diferencia entre generar consenso y generar compromiso? Generar consenso es conseguir que todo el mundo esté de acuerdo en avanzar en una dirección determinada: “Claro, me parece bien”, dicen, y luego todo el mundo avanza en esa dirección.
El compromiso, por el contrario, consiste en entender el por qué, en creer en ese por qué y en avanzar a 160 km/h hacia ese por qué.
El consenso no es malo. Necesitamos lograr algo de consenso en nuestras vidas. La capacidad de conseguir que todo el mundo diga que “sí” es una gran habilidad, PERO (lo digo para crear dramatismo, porque nunca debería usar esta palabra) cuando necesitamos lograr una auténtica aceptación, cuando necesitamos que la gente se comprometa plenamente y empuje hacia una meta, ahí necesitamos compromiso. Y el compromiso surge de una conversación genuina, de la comprensión, y no sólo del acuerdo.
Sin embargo, no es fácil conseguirlo. Para lograr que la gente se comprometa a menudo se requiere una persona externa que pueda dilucidar los puntos en común de lo que se está debatiendo.
La gente suele tener más similitudes en sus objetivos que diferencias, pero a menudo lo ven como una situación de confrontación total: “NO hay manera de que cedamos ante ELLOS”, oigo a menudo. En estos casos, nadie está dispuesto a comprometerse porque lo ven como adoptar una posición más débil.
Si se opta por lograr un compromiso externo con un facilitador, nadie tiene que adoptar una posición más débil.
Entonces, ¿cómo conseguir que la gente se comprometa? Otorgándoles cierta propiedad sobre el resultado. La idea, la campaña o la estrategia que surja no es lo más importante, sino el compromiso con el resultado. Si la idea es suya, se comprometerán plenamente, se ajustarán y modificarán cuanto sea necesario. Puede que trabaje duro por la idea de su jefe, pero nada lo detendrá si lo hace por su propia idea.
La parte delicada es cuando la gente piensa que está siendo manipulada para que acepte una idea determinada. Nada de esto tiene que ver con manipulación; se trata de claridad. La diferencia entre manipulación y claridad es enorme, y a menudo se reduce a la intención. Si su intención es demostrar que su idea es la correcta, eso es manipulación. Si su intención es que todo el mundo crea en el camino a seguir, eso es claridad. Y el hecho de contar con alguien que sepa cómo lo puede ayudar a generarla tiene un valor incalculable.
