Por qué Marlene Ortiz, de AMSAC, cambió su bata de laboratorio por un asiento en la mesa de incidencia regulatoria.
Marlene Ortiz Berrocal estaba terminando su doctorado en biotecnología vegetal en la Universidad Nacional Autónoma de México, a punto de iniciar una carrera académica de investigación, cuando sus estudios cambiaron de dirección de forma casi accidental. Cambió por completo el rumbo de su carrera, convirtiéndola inesperadamente en una poderosa aliada de la regulación del sector de las semillas en México.
“Un minuto estás sentada en tu escritorio, pensando que quizá salves el mundo con tu proyecto, y te das cuenta de que la verdad es otra. Tomé un breve curso en la Universidad de Cornell, enfocado en la defensa de la biotecnología en la agricultura. Ahí es donde me encontré con todos los retos reales que hay. No basta con producir algo en el laboratorio. Lo que ocurre después, en términos de cumplimiento de las normativas y su comercialización, es realmente el mayor reto”, afirma.
Ortiz se graduó con un doctorado, una profunda conciencia de la importancia de tener personas con conocimientos en ciencias vegetales que realicen el trabajo regulatorio y un compromiso de formar parte de ese esfuerzo de promoción.
En los seis años desde su graduación, Ortiz se ha encargado de la cartera de asuntos regulatorios de la Asociación Mexicana de Semilleros (AMSAC).
Sus principales prioridades en este puesto incluyen la defensa de regulaciones basadas en la ciencia para la importación y exportación de semillas, las innovaciones en fitomejoramiento y la propiedad intelectual.
“Dado que el sector de las semillas está regulado por el gobierno, actuamos como entidad representativa e intermediaria entre las empresas y el gobierno”, afirma Ortiz. “Traducimos la información a los responsables de la toma de decisiones”.
Es una función compleja que exige a Ortiz poner en práctica sus vastos conocimientos científicos, sus excelentes dotes de comunicación y su capacidad para promover y forjar relaciones.
“México es un país peculiar, por cómo se politizan algunos temas en lugar de basarse en la ciencia”, afirma. “No se puede persuadir sólo con ciencia y datos: los responsables de la toma de decisiones se valen más de quién es el mensajero y de si hay confianza y respeto”.
Cuando un nuevo mercado llama la atención o se necesita un marco regulatorio, Ortiz colabora con empresas de semillas y otras partes interesadas para presentar recomendaciones a los reguladores. A menudo, eso incluye trabajar también con instituciones académicas y de investigación.
“Al final, son los agricultores y los investigadores quienes van a utilizar las nuevas semillas o las nuevas tecnologías para cultivar esas nuevas semillas, y se beneficiarán de ellas. Nos esforzamos por trabajar con instituciones científicas agrícolas para que los propios investigadores y estudiantes tengan más información y capacitación sobre estos temas. Así también ellos mismos podrán convertirse en aliados y defensores”, sostiene.
Desafíos de la Regulación
Al igual que los sectores semilleros de prácticamente todos los países del mundo, la cadena de valor de las semillas de México actualmente está en búsqueda de un camino a seguir en materias fitosanitarias para el movimiento de semillas, la propiedad intelectual y las nuevas técnicas de fitomejoramiento. Dicho esto, la realidad agrícola, política y social de México hace que estos debates sean únicos.
De todos los países del mundo, México ocupa el undécimo lugar en producción de alimentos y es uno de los mayores productores y exportadores de hortalizas a nivel mundial. Las semillas de calidad y la constante mejora son vitales para que México mantenga su producción y mejore su sostenibilidad.
Cada vez más empresas mexicanas e internacionales, como también instituciones públicas, investigan diversos cultivos en busca de nuevas variedades que se adapten mejor a las condiciones de cultivo mexicanas. Por desgracia, México carece actualmente de un marco para las nuevas tecnologías de mejora genética. Sin normas o directrices claras para el uso de las últimas herramientas de desarrollo de nuevas variedades, la innovación será difícil.
Ayudar al gobierno mexicano a comprender la importancia de que agricultores y consumidores tengan acceso a variedades vegetales desarrolladas con nuevas técnicas de fitomejoramiento ha sido difícil, pero no imposible, afirma Ortiz. Junto a AMSAC, han tenido que actuar con cautela debido a la complejidad del entorno político del país.
“Hay cierta reticencia y necesidad de un mayor compromiso [por parte del gobierno], porque ya llevamos seis años escuchando que no es el momento adecuado”, afirma Ortiz.
Sin embargo, ahora puede haber por fin una oportunidad real de cambio. México acaba de celebrar elecciones presidenciales. Ya que en el país los presidentes electos sólo pueden ocupar el cargo por un único mandato, se garantizaba un cambio en la presidencia. Ambos candidatos se mostraron notablemente más abiertos a mejorar las regulaciones. “Sabemos que es complejo. Ha pasado mucho tiempo, pero no hemos perdido la esperanza”, dice Ortiz. “Lo que hemos oído es que los líderes de los partidos de ambos bandos no se oponen a lo que defendemos. Están a favor de la tecnología, y están dispuestos a escucharnos y a trabajar con nosotros. Creo que eso marcará una gran diferencia.”
Los OMG Versus las Nuevas Técnicas de Mejoramiento Genético
Una de las promesas de la campaña del Presidente Obrador en 2021 fue que México no cultivaría OMG. Obrador emitió un decreto prohibiendo el uso de maíz transgénico para consumo humano e instruyó la sustitución gradual del maíz transgénico usado para la alimentación animal. Por ahora, el tema sigue estancado en el debate dentro del T-MEC.
Sin embargo, AMSAC intencionalmente evita hablar del tema. Aunque parece un tema que AMSAC y Ortiz obviamente abordarían, ella dice que se mantienen intencionalmente al margen.
“No tenemos nada en contra de los OMG. Son una tecnología súper potente y útil”, afirma Ortiz. “Pero, en vez de hablar de esto, estamos estratégicamente centrando nuestros esfuerzos en promover las nuevas técnicas de fitomejoramiento y en ser los referentes en ese tema”.
Piratería de Semillas
La modificación de la normativa no es la única labor de promoción a la que Ortiz dedica su atención. También participa en otras iniciativas prioritarias, como la lucha contra la piratería de semillas.
La piratería de semillas, por desgracia, ha ido aumentando en México con el paso del tiempo. Cualquiera que no compre semillas certificadas a un distribuidor autorizado y profesional, corre el riesgo cada vez mayor de que la ‘semilla tratada’ que compra sea en realidad un grano teñido, normalmente un cereal forrajero. Eso significa que el agricultor no obtendrá la protección que traen las semillas tratadas y que piensa que está comprando, y tampoco obtendrá el rendimiento ni la variedad que espera.
“Estamos intentando trabajar con el gobierno y con la cadena de semillas, sobre todo a través de la comunicación, para que entiendan por qué es tan importante comprar semillas a distribuidores autorizados,” afirma. “Porque al final, quien más pierde con la piratería de semillas es el cultivador”.
La Comunicación es Fundamental
Aunque la mayor parte del trabajo de Ortiz se centra en hacer incidencia ante el gobierno, está muy consciente también de la necesidad imperiosa de conseguir apoyo de los agricultores y de la sociedad en general hacia las nuevas técnicas de fitomejoramiento.
“El impulso al cambio no puede venir sólo desde el sector [de las semillas]. Necesitamos toda la ayuda posible”, asegura.
Por eso, junto con defender las regulaciones, AMSAC se enfoca en otras dos vías principales para lograr un cambio significativo: la comunicación y la educación.
“Intentamos abordar esas tres frentes -regulación, comunicación y educación- porque sabemos que es muy necesario. No se trata sólo de regular, regular y regular; también hay que equilibrar la opinión pública”, afirma.
Con ese fin, AMSAC ha empezado a organizar simposios y talleres para periodistas, estudiantes y el público en general en torno a temas como el valor de las nuevas técnicas de fitomejoramiento. La organización también ha invertido en la elaboración de material digital para usar en canales como Facebook, YouTube, X (Twitter) e Instagram, con el objetivo de difundir mensajes breves y sencillos sobre las semillas y su producción a un público más amplio.
“Nos hemos dado cuenta de que la gente normalmente no piensa de dónde vienen sus alimentos o su ropa”, dice Ortiz. “Intentamos partir desde la noción muy básica de que todo viene de las semillas”.
Una mirada al futuro
A Ortiz le apasiona ayudar a crear procedimientos eficaces y modernos para mover semillas de forma segura y sencilla. Es de esperar que su compromiso en este sentido tenga un impacto positivo, profundo y a largo plazo en toda la cadena de valor de las semillas mexicanas.
“Muchas de las leyes en las que se basan nuestras regulaciones tienen más de 20 años”, afirma. “La agricultura y el país no son los mismos que hace 25 o 30 años. Al final, creo que lo que quieren [el sector de las semillas y el gobierno] es lo mismo, y tenemos las mismas preocupaciones. Por ejemplo, desde el punto de vista fitosanitario, nuestro trabajo es proteger al país del impacto negativo de las plagas. Nuestro objetivo es ofrecer semillas sanas y de calidad a los agricultores. Sólo tenemos que trabajar todos juntos para desarrollar un futuro próspero para todos”.