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Protagonistas De La Historia Semillera Del Último Siglo: Dr. Alejandro Violic Martinovic

Científico chileno de 99 años es una leyenda viva de la fitogenética.

Con 99 años de edad, el Dr. Alejandro Violic Martinovic es una figura sobresaliente en el campo de la fitogenética, cuya vida y labor han transcurrido en paralelo a la evolución de esta ciencia durante el último siglo. Su mente lúcida y vigor físico son sorprendentes, haciéndolo aparentar 25 años menos. En su incansable búsqueda de excelencia, Violic ha vivido una vida marcada por su dedicación al sector agrícola, en especial a la formación de jóvenes genetistas y agrónomos en el arte y la ciencia del mejoramiento genético y las técnicas de producción.

Alejandro es hijo de inmigrantes croatas que llegaron a Chile alrededor del 1900 desde el Reino de Yugoslavia (Croacia pasa a ser estado soberano en 1991). Como caso de rarísima probabilidad, nació en la misma fecha que su padre y abuelo paterno, el 14 de febrero, pero del año 1925. Su juventud transcurre en el extremo austral de Chile (y del mundo), en la ciudad antes llamada Magallanes y ahora Punta Arenas. Ahí conoció a su esposa desde hace 74 años, Neva Goic, también hija de croatas, quien al igual que su marido goza de un estado físico y mental maravilloso para sus 98 años.   

Un mundo sin internet ni celulares es difícil de imaginar para las generaciones más jóvenes. Para Alejandro Violic, la música provenía de fonógrafos, no existían los antibióticos para tratar enfermedades y estudió agronomía unos 45 años después de que las leyes de Mendel hubieran sido redescubiertas. Comenzó su carrera cuando el mejoramiento genético de plantas era incipiente en el país. A medida que la tecnología avanzaba, Violic se mantuvo al día con los avances en su campo, adaptándose a los nuevos métodos y contribuyendo con su vasto conocimiento a la evolución de la fitogenética, enfocándose en el maíz.

Recientemente, Seed World LATAM tuvo la oportunidad de un encuentro en persona con el Dr. Violic y su esposa Neva, para conversar acerca de su rol y el impacto que ha tenido en el campo de la agronomía y de la fitogenética. 

SW LATAM: Usted comenzó su carrera estudiando Agronomía en la Pontificie Universidad Católica de Chile en la década de los 40. ¿Cómo decidió desarrollarse en esta disciplina y cómo fue su historia académica para ser uno de los primeros chilenos con Doctorado en Genética Vegetal?

Violic: A los 18 años, mi anhelo era estudiar medicina. Aprobé los exámenes para ingresar a la escuela de medicina en la Universidad de Chile y en la U. Católica. Debido a que en esos años viajar desde Punta Arenas a Santiago tomaba mínimo 10 días, al llegar recibí la mala noticia de que las inscripciones para estudiar medicina se habían cerrado el día anterior a mi llegada. Por esas cosas del destino, opté por Agronomía en la Universidad Católica, por ser otra carrera del área biológica.

Portada de la autobiografía de Alejandro Violic, escrita en 2018, cuando tenía 93 años. 
Foto tomada por Elena Mansur


Luego de terminar la carrera y trabajar unos años en Magallanes con mi padre, volví al centro-sur de Chile para participar en un programa de desarrollo agrícola integral, financiado por el Instituto Técnico Interamericano de Cooperación Agrícola (DTICA) del Departamento de Agricultura de los EE.UU. Iniciado en 1954 y conocido como Plan Chillán, éste abarcaba tres importantes provincias en el centro-sur del país. Uno de sus objetivos apuntaba al desarrollo e introducción de maíces híbridos en la región.

En 1956, el DTICA me ofreció una beca de posgrado para estudiar en la Universidad de Minnesota, una de las instituciones más prestigiosas de aquellos años en el mejoramiento genético de cereales, especialmente del maíz. Allí obtuve los créditos correspondientes a un M.Sc. en genética en un tiempo acotado a 12 meses. 

Entre mis compañeros de estudio estaba Frank Rembley, quien llegaría a ser el mundialmente conocido presidente de Pioneer, uno de los mayores productores de semillas del mundo, como también varios genetistas y patólogos con los que años después trabajé en el Centro de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en México, entre ellos, el Dr. Elmer Johnson.

Al regresar al DTICA en Chile en 1957, fui ascendido a Jefe de Investigaciones Agrícolas y nombrado profesor de la cátedra de Genética en la recién formada Escuela de Agronomía de la U. de Concepción.

En 1960, el director de la Fundación Rockefeller en Chile, Dr. Joseph Rupert, me ofreció una beca para realizar un doctorado en la U. de Minnesota. En 1963, obtuve mi doctorado en Genética Vegetal, específicamente, en mejoramiento genético del maíz. Durante mis 3 años en esa universidad, fui compañero de estudios de personas notables, entre ellas el Dr. Elmer Johnson, quien desarrolló las primeras variedades de maíz de planta baja, y al mundialmente famoso Dr. Norman Borlaug, quien salvó a millones de personas de la hambruna y obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 1970. Ellos colaboraron en la creación del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), donde yo trabajé desde 1971 por dos décadas.

Alianza en longevidad: El Dr. Violic, de 99 años, y su esposa, Neva Violic, de 98.
Foto tomada por Elena Mansur

SW LATAM: ¿Cuáles son algunos de los hitos más destacados de su carrera? 

Violic: Uno fue mi participación en el desarrollo de híbridos de maíz en Chile. Al incorporarme al Plan Chillán, apliqué las enseñanzas que me impartieron el Dr. Hernán Gacitúa y el Ing. Agrónomo Luis Hevia, ambos del Departamento de Investigaciones del Ministerio de Agricultura, quienes desarrollaron los primeros híbridos de maíz chilenos, MA1 y MA2, que marcaron un antes y un después en la producción de maíz en el país.

Pero más significativo fue el ejercicio de mi rol como senior research staff en el CIMMYT en México, donde colaboré en el desarrollo de variedades de maíz para los trópicos en casi 100 países, como también en el desarrollo de tecnologías apropiadas para el manejo del cultivo de este cereal.

SW LATAM: De todos los importantes logros de su carrera ¿cuál siente que deja como un legado de su trabajo en lo científico? 

Violic: Creo que no puedo atribuirme un gran impacto por mi trabajo, porque lo que hice yo podría haberlo hecho otro. Pero lo que dejo es un testamento del trabajo que realicé porque escribí miles de palabras durante mi vida, en investigación, manuales de entrenamiento, guías de estudio para cursos universitarios, y mi biografía completa, donde cuento todas las cosas curiosas e impactantes que han acontecido durante mi vida y que he podido recordar a los 93 años.


Diría que el legado más importante que dejo es lo que he realizado en la educación. Siento que la notable importancia de la educación es su valor multiplicativo, siendo que repercute a largo plazo. Durante 20 años en CIMMYT me correspondió dirigir y participar en la capacitación de unos 1000 profesionales en México, científicos que formé bajo la modalidad de in-service training, y casi la misma cantidad en otros países de América Central, El Caribe y América del Sur. En muchos casos, no sólo diseñé los contenidos curriculares de esos cursos, sino que busqué financiamiento en organizaciones como la FAO, la OMS y el Banco Mundial para llevarlos a cabo. 

Nota de Editora: 

Además de su destacada labor en la investigación y la capacitación, Violic ha desempeñado un papel activo en diversas organizaciones gremiales y científicas, como el Colegio de Ingenieros Agrónomos de Chile y la Sociedad Agronómica de Chile. Su dedicación y logros le han valido numerosos premios y distinciones, incluido el Premio “Espiga de Oro” y el Premio “Carlos Porter” otorgados por el Colegio de Ingenieros Agrónomos de Chile.

A lo largo de su vida, Violic ha sido testigo de avances revolucionarios en el campo del mejoramiento genético, desde los inicios del desarrollo de los híbridos de maíz hasta las nuevas tecnologías de edición genética, como el CRISPR. Su legado perdurará como inspiración para generaciones futuras de científicos agrícolas. Desde Seed World Group nos ponemos de pie para ovacionar a Alejandro Violic y aplaudir su dedicación y perseverancia en el mundo de la ciencia, la genética, la agricultura y, sobre todo, lo que nos convoca aquí: el mundo de las semillas.

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