UPOV 91 o no, Argentina avanzó en el análisis de su legislación sobre semillas.
El debate en Argentina sobre su adhesión al Acta de 1991 de la Unión Internacional para la Protección de Obtenciones Vegetales (UPOV 91) ha sido uno de los más contenciosos y significativos en el sector semillero argentino recientemente. Aunque Argentina finalmente no se adhirió a este convenio, el proceso dejó una serie de lecciones cruciales para todos los actores involucrados, desde productores y empresas semilleras hasta legisladores y la sociedad civil.
Antecedentes
La adhesión de Argentina al Acta UPOV 91 se debatió en el contexto del nuevo gobierno de Javier Milei, quien asumió la presidencia el 10 de diciembre de 2023. Prioridades más urgentes, como la elevada inflación y la pobreza, limitaron un debate exhaustivo sobre UPOV 91. Un punto crucial para el sector semillero y central en el debate fue la necesidad de regularizar el uso propio de semillas, destacando su importancia cultural y económica.
Apenas 17 días después de asumir la presidencia, el gobierno de Milei presentó un amplio proyecto de ley, llamado “Ley ómnibus” que proponía artículos grandes y menores, desde la modificación de los impuestos hasta el uso de togas por parte de los jueces. Incluido entre los más de 600 artículos había uno que proponía la incorporación de Argentina a la UPOV 91. Empresas multinacionales de semillas estaban esperanzadas, ya que hasta entonces no habían tenido éxito en sus esfuerzos por cambiar las leyes argentinas sobre semillas.
De haberse aprobado el proyecto de ley, Argentina habría pasado de la UPOV 78 a la UPOV 91, dando lugar a:
- Establecer derechos y obligaciones sobre la reserva y uso de semillas por parte del productor, con la respectiva adecuación del marco normativo nacional.
- Restringir a los derechos de los agricultores a utilizar libremente sus semillas.
- Eliminar la posibilidad de patentar variedades.
- Extender de los derechos de los obtentores al “material cosechado” cuando los materiales de propagación se utilizan sin autorización.
- Requerir que las nuevas variedades obtenidas de una variedad protegida presenten cambios importantes, considerándose “esencialmente derivadas” de la variedad con protección de obtenciones vegetales, y otorgando la propiedad al obtentor de la variedad protegida.
El proyecto llegó a la última instancia de debate en el dictamen de las comisiones de la Ley Bases. A finales de abril, se aprobó provisionalmente una versión reducida con solo 230 artículos. Sin embargo, durante las discusiones particulares, y al no obtener las aprobaciones necesarias de los diputados, el gobierno decidió retirar el proyecto del Artículo UPOV 91 de la Ley Bases.
Seed World LATAM se reunió con tres destacados líderes del sector semillero argentino, quienes brindaron sus reflexiones sobre el proceso y las lecciones aprendidas. Sus experiencias y perspectivas ofrecen un valioso entendimiento sobre el debate en torno al proceso de adhesión de Argentina al acta UPOV91.
Nicolás Gear: Comprometido con la Propiedad Intelectual
Nicolás Gear es presidente de la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA) y de Manexa. En el conversatorio con Seed World LATAM, Gear resalta la importancia de la propiedad intelectual en la producción de semillas y su impacto en el desarrollo de nuevas variedades fitogenéticas. Destaca cómo esto abre oportunidades en mercados internacionales y promueve el crecimiento económico a través del desarrollo de biotecnología agrícola dentro de Argentina. Nos contó que el desafío de la propiedad intelectual y la adhesión a UPOV 91 se centra en cómo comunicar aspectos esenciales como son las variedades esencialmente derivadas y el uso propio.
Gear enfatizó que, “la defensa de los derechos de los obtentores de semillas con innovación y la posibilidad de captura de valor por parte de las empresas, ha sido una prioridad en la agenda de la ASA en las últimas décadas.”
Lorena Basso: La Perspectiva Internacional y Local
Lorena Basso, ex presidenta del directorio de ASA y actual vicepresidenta segunda de la ISF, aportó una visión local e internacional al debate. Destacó la necesidad de adaptarse a los cambios políticos y privados en el sector, subrayando que una futura adhesión a UPOV 91 sería positiva para la industria semillera argentina. La apertura internacional es crucial y entender las implicancias de estos convenios ayuda a alinear las prácticas locales con los estándares globales.
“La genética puede ofrecer productos de calidad que compitan en precio o en mercados de alto valor. Es un círculo virtuoso: un entorno más seguro y transparente atrae inversión que directamente beneficia al productor.”
Alfredo Paseyro: Comunicación y Conocimiento
Alfredo Paseyro, director ejecutivo de la ASA y colaborador en varios grupos de trabajo de la ASA, ISF y de la Asociación de Semillas de las Américas (SAA), subrayó uno de los aprendizajes más críticos del proceso: la comunicación.
Para él, uno de los mayores desafíos en la discusión de la ley ómnibus fue la dificultad de comunicar de manera efectiva y sencilla los aspectos técnicos y políticos de la UPOV 91, lo que se complicó aún más al ser sólo un artículo entre los más de 660 que cubrían materias muy variadas.
“Cada vez que se habla de ley de semillas o de UPOV, es una discusión sobre conflictos de intereses, sin poder ver cómo se beneficia un país el estar en un estatus como puede ser UPOV 91 u OCDE (…) En algún momento en Argentina pensaremos nuevamente en debatir una ley de semillas, pero hay tener como norte lo que es un tratado internacional. La posibilidad es tener un estatus de país que reciba inversiones que estén protegidas, y que eso redunde en innovación y mayor crecimiento económico, entendiéndose que UPOV 91 es bueno para Argentina,” dijo.
Las 10 Lecciones Aprendidas del Proceso
1. Importancia del Debate Abierto y Participativo: Gear destacó que “Para la adecuada institucionalización de la regulación, se demandaba la participación de todos los actores de la cadena. Y nunca se pretendió que este proceso fuera unilateral ni acotada e incluía explícitamente a los productores y usuarios en la reglamentación.”
2. Regularización del Uso Propio en la Protección de Variedades: Paseyro explicó que “Aunque Argentina cuenta con un marco normativo robusto basado en UPOV 78 con incorporación de aspectos de UPOV 91, enfrenta confusiones debido a interpretaciones ambiguas sobre los derechos del obtentor y las excepciones para uso propio del productor. La legislación actual necesita ajustar estas discrepancias y asegurar una regulación clara que beneficie tanto a los obtentores como a los productores, respetando las características culturales y económicas del sector agrícola.”
3. Cambio cultural hacia el concepto de regalías: En Argentina, los altos impuestos de exportación llevan a una percepción errónea de que las regalías son otro impuesto, lo que dificulta la adhesión a UPOV 91.
“La reserva y uso de semillas, conocida como uso propio, es una tradición cultural arraigada. Se necesita un cambio cultural para que los productores vean el pago de regalías no como un impuesto, sino como un beneficio y un reconocimiento del trabajo de innovación detrás de las semillas,” afirma Paseyro.
Según Basso “Si los productores aceptaran pagar por el uso propio, muchas cuestiones se solucionarían. Y aunque se negocien otros aspectos, la regularización del uso propio es lo esencial. Todo se reduce a un tema económico: alguien tiene que pagar y alguien tiene que cobrar.”
4. Impacto de la carga impositiva en los productores: Paseyro señala que “la alta carga impositiva repercute en los precios que reciben los agricultores. En el caso de la soja, de cada $100, el Estado se queda con $33 y el productor recibe $67, después de que las semillas son vendidas y exportadas.”
A esto, Gear suma que “esta alta tasación se complejiza aún más dada la falta de transparencia en el uso de estos fondos, generando descontento entre los productores. El dinero recaudado no se reinvierte en mejoras para el sector agrícola, lo que causa frustración y una sensación de falta de retorno de inversión por parte de los agricultores.”
5. Claridad en las Discusiones: Para Basso es crucial separar las discusiones sobre impuestos y derechos de exportación de los temas de propiedad intelectual y uso propio de semillas. Aunque parecen relacionados, mezclar estos temas genera confusión y llevan a debates infructuosos. “Es importante dirigir la discusión hacia el reconocimiento de la propiedad intelectual y la necesidad de una regulación clara como un beneficio que asegure una mejor rentabilidad para los agricultores.”
6. Autonomía en la Producción de Semillas: Según lo que explicó Paseyro, “Cosechar y guardar sus propias semillas es una tradición arraigada en la cultura agrícola argentina que difícilmente cambiará. A pesar de ser una excepción en la UPOV 91, a la que los países pueden adherirse o no, las cuestiones culturales a menudo prevalecen sobre la normativa. En la práctica, los agricultores argentinos la consideran un derecho”
7. Necesidad de un Marco Legal Claro: Un marco legal bien definido y coherente es crucial para proporcionar seguridad jurídica tanto a los obtentores como a los agricultores. Gear recalcó que “En el marco normativo actual, se incluye la producción y la reproducción, pero no aclara, como lo hace UPOV 91, si es para fines comerciales. Esto crea confusión.”
8. Innovación y Competitividad en la Industria Semillera: La protección de la propiedad intelectual debe incentivar la innovación sin restringir la competencia, asegurando el acceso a semillas de calidad. Según Basso, las restricciones de empresas extranjeras afectan la calidad de productos importados en Argentina. “Algunas empresas limitan el envío de productos de alta calidad para evitar copias, dejando al mercado argentino con opciones inferiores. Este problema podría resolverse con una mejor regulación, que permita un salto en la calidad de las semillas disponibles.”
9. Cooperación Internacional para Crecimiento Productivo: Si bien es beneficioso alinearse con estándares internacionales, las políticas deben adaptarse a las condiciones y necesidades específicas del país. Según Gear, Argentina debe ver esto como un desafío y un orgullo, ya que unirse a UPOV 91 puede impulsar la producción agrícola. La modernización del marco normativo realizada con la participación de productores y usuarios es esencial para ordenar y mejorar el sector semillero.
10. Educación y Capacitación Continua: Para Paseyro, uno de los aprendizajes es la necesidad de visibilizar lo que significa la adhesión a UPOV 91, de tener una estrategia de vínculo y negociación con los usuarios, conocer diversas posiciones, y seguir capacitándose en los temas técnicos para afrontar esa negociación con todos los argumentos necesarios.
Los logros del debate sobre la adhesión a UPOV 91
Aunque UPOV 91 no se aprobó en Argentina, el debate aportó algunos resultados importantes. Paseyro destacó seis beneficios importantes:
1. Instalación del Tema: Aunque el tema no se resolvió, quedó instalado en la agenda pública.
2. Apoyo Amplio: La nota de adhesión contó con el apoyo de 31 cámaras, algo sin precedentes en este debate.
3. Involucramiento de Autoridades: Yolanda Huerta, secretaria general adjunta de la UPOV y autoridades del INASE mostraron disposición para involucrarse y debatir con los usuarios.
4. Participación de Altos Funcionarios: El secretario de Agricultura, con rango de ministro, presentó argumentos ante la Comisión de Diputados, algo que nunca había sucedido antes.
5. Apoyo del INTA: El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) se involucró con una postura positiva.
6. Participación de los productores y breeders en el debate.
Beneficios para Argentina con la Adhesión a la UPOV 91
Basso, Gear y Paseyro esperan que Argentina apruebe una mejor legislación sobre semillas. La adhesión a UPOV 91 ofrecería múltiples beneficios. Según Paseyro, la adhesión a UPOV 91 ofrecería multiples beneficios, tales como atraer inversiones extranjeras al propor cionar claridad y confianza en la protección de la propiedad intelectual.
Basso destaca que UPOV 91 crea un entorno seguro y transparente para la inversión en I+D agrícola, duplicando la productividad de algunas variedades y añadiendo mejoras competitivas, lo que beneficia directamente a los productores.
Gear subraya que UPOV 91 garantizaría mayores inversiones en tecnología agrícola, resultando en cultivos más competitivos y mejores rendimientos, alineándose con la Ley Argentina de 1973. Sin esta adhesión, Argentina podría quedarse como un país usuario en lugar de desarrollador de tecnología agrícola.
De Cara al Futuro
Argentina se encuentra en una posición única para aprovechar estas lecciones y desarrollar un sistema agrícola y semillero que sea justo, innovador y sostenible. Aunque estos esfuerzos no fueron suficientes para lograr la adhesión, son antecedentes valiosos que muestran un progreso significativo y establecen una base sobre la cual seguir trabajando.
El camino por delante requiere una visión estratégica, una implementación cuidadosa y un compromiso con la promoción de la innovación, la competitividad, la cooperación internacional, aspectos fundamentales que deben guiar el futuro desarrollo del sector, dicen Basso, Gear y Paseyro. Solo así podrá el país asegurar un futuro próspero y sostenible para el sector agrícola y para las generaciones venideras.