La industria de las semillas actualmente enfrenta a una serie de retos importantes, siendo el cambio climático uno de los principales que definen el futuro del sector. También estamos siendo impactados por la globalización: antes el sector de las semillas de cada país solía trabajar principalmente dentro de sus propias fronteras, ahora el envío de semillas a través de las fronteras internacionales -especialmente debido a la creciente importancia de la producción de contraestación- es una gran parte del negocio. Como sector, como asociaciones de semillas y como empresas individuales, debemos interpretar los numerosos cambios que se avecinan como oportunidades para innovar.
Muchos de nuestros socios comerciales internacionales reconocen que América Latina ha tenido una gran evolución y un desarrollo tanto político como tecnológico en la industria de las semillas. Esta perspectiva nos ofrece la oportunidad de colaborar con Norteamérica y Europa para incorporar sus experiencias y conocimientos en nuestras normativas y prácticas, adaptándolos a nuestras realidades locales para lograr un crecimiento más equilibrado y sostenible.
Hoy la agricultura de países como Brasil, Chile, Uruguay y Argentina está sumamente tecnificada. Gracias a la globalización, se ha facilitado el acceso a tecnologías avanzadas. Como alguien que trabaja con países de todo el continente americano, desde Canadá en el Norte hasta Chile en el Sur, experimento y aprecio el valor único que el sector de las semillas de cada país aporta a la industria mundial de las semillas. Debemos celebrar las perspectivas y el valor que aporta cada país.
Muchos países sudamericanos se han posicionado con fuerza como desarrolladores de nuevas tecnologías. Sin embargo, la cooperación internacional para producir y desarrollar continuamente nuevas tecnologías es fundamental.
Esto es especialmente importante en los países que prestan servicios de contraestación, como Argentina, Chile, Uruguay y Perú, que se han convertido en socios clave de Canadá y Estados Unidos. Debido a las estrechas asociaciones de contraestación, es clave integrar los sistemas privados, públicos y reguladores de Norteamérica, Centroamérica y Sudamérica.
Para agilizar la producción de nuevas genéticas y tecnologías en la industria de las semillas, necesitamos navegar por la diversidad de reglamentos y prácticas en las Américas y en todo el mundo. Esta navegación requiere:
1. Regulaciones basadas en la ciencia: Los reguladores deben habilitar tecnologías que permitan a los agricultores producir semillas de manera más eficiente, segura y sostenible. Eliminar las ideologías y la política es vital para operar con seguridad y sin burocracia innecesaria que actúe como barreras comerciales. La colaboración activa de todas las partes en conjunto con el sector regulador es crucial para influir en las políticas y garantizar su pertinencia.
2. Entender y saber interpretar la normativa: La normativa define y marca el rumbo del sector. Una prioridad clave para todo el sector de las semillas, y especialmente para las asociaciones de semillas, es difundir esta información, así como ayudar en su interpretación.
3. Participación activa: Las empresas deben participar en los debates sobre reglamentación a través de asociaciones y grupos técnicos para abogar por la adecuación de estas regulaciones. La colaboración entre países con los sectores reguladores es crucial para influir en las políticas y garantizar su adecuación.
4. Adaptación a una industria dinámica: El reto permanente es la interacción entre las partes privadas y los reguladores para actualizar la normativa, garantizar que no -quede obsoleta y permitir el crecimiento y la innovación en el sector.
Quiero destacar la importancia de la cooperación en la industria de las semillas. Ninguna empresa puede desarrollar por sí sola todas las tecnologías y semillas necesarias; la industria semillera de ningún país puede funcionar plenamente sin conexión y colaboración con los demás.
El futuro de la industria de las semillas en América Latina está lleno de retos y oportunidades, pero requiere un conocimiento profundo de las normativas basadas en la ciencia y la participación activa de sus partes interesadas. La cooperación entre empresas y la inversión en nuevas tecnologías serán esenciales para que la industria no sólo sobreviva, sino que prospere en un entorno global cada vez más exigente.
Diego Risso es director ejecutivo de la Asociación de Semillas de las Américas (SAA) y de la Asociación Uruguaya de Obtentores Vegetales (URUPOV).