Si bien la mayoría de los países productores de semillas dependen de un sistema integrado de registro de variedades, de un listado de variedades, de la certificación de semillas y del etiquetado de semillas para permitir y apoyar el uso y movimiento de semillas tanto a nivel nacional como para la exportación, cada país tiene su propio sistema.
En marzo de 2023, JRG Consulting Group elaboró un informe exhaustivo para la Agencia Canadiense de Inspección Alimentaria en el que se comparan los sistemas de semillas de seis países productores de semillas clave: Canadá, Países Bajos, Nueva Zelanda, Reino Unido, Estados Unidos y Uruguay. El informe proporcionó una visión global clave, e identificó correctamente a Uruguay como un destacado productor de semillas a escala mundial. Este artículo resume las principales conclusiones del informe y destaca, como afirma Victoria Stewart, gerente de operaciones de la Asociación Uruguaya de Obtentores Vegetales (URUPOV), las ventajas de “este país de oportunidades”.
Uruguay cuenta con una tradición agrícola de siglos. Sin embargo, su industria semillera y su sistema regulador de semillas son bastante nuevos. El Instituto Nacional de Semillas (INASE) se creó hace apenas 25 años (1997) para ayudar a construir la incipiente industria semillera uruguaya.
A pesar de su novedad, la industria uruguaya de semillas está creciendo. Los datos del INASE muestran que las exportaciones aumentaron de un total de 16.300 toneladas en 2017 (el primer año para el que el INASE tiene datos) a un total de 19.100 toneladas en 2021. Mientras tanto, las importaciones de semillas (aunque inconsistentes de un año a otro) tienden en general a la baja, desde un máximo de 32.900 toneladas en 2010 a un promedio de 12.600 entre 2019 y 2021.
Actualmente, Uruguay tiene aproximadamente 40.000 hectáreas dedicadas a la producción de semillas, la mayoría de las cuales se utilizan para la producción de contra-estación para las compañías de semillas del hemisferio norte. Según el INASE, Uruguay produjo un total de 103.486 toneladas semillas en 2019, de las cuales aproximadamente el 23% fueron forrajeras y el 77% fueron todas las demás semillas agrícolas. El total producido alcanzó 111.063,9 toneladas en 2020.
La industria semillera uruguaya está bien posicionada para el futuro. Según el informe de JRG, la posición competitiva de Uruguay se ve reforzada por su ubicación para la producción de contra-estación (y la capacidad de aprender de países como Argentina y Chile que ya tienen éxito en este ámbito), la amplia aceptación de las semillas certificadas en Uruguay (con los ingresos asociados que fomentan el desarrollo del sector), y el hecho de que una sola organización, el INASE, ha demostrado su capacidad para informar y representar a los diversos actores del sector.
“Uruguay suele ser percibido por las empresas como una puerta de entrada a Sudamérica. Debido a las condiciones inherentes al país en materia de seguridad, transparencia y estabilidad, así como a su entorno normativo, las empresas extranjeras eligen al Uruguay como lugar de preferencia para probar, ampliar y comercializar sus productos”, afirma Victoria Stewart.
El informe del JRG identificó varios factores diferenciadores clave entre los sistemas de semillas de diversas regiones.
- Producción orientada al mercado interno o al mercado externo:
De los seis países incluidos en el informe de JRG, los Países Bajos son el mayor exportador de semillas en porcentaje, con un 80% de su producción destinada a mercados externos. Canadá es el que menos exporta, con solo un 10% de su volumen total de semillas.
Según el INASE, Uruguay exportó en 2021 alrededor del 10% de sus semillas no forrajeras y el 50% de sus semillas forrajeras. Se trata de algo más de 6.000 toneladas de semillas no forrajeras y 13.057 toneladas de semillas forrajeras, por un valor estimado de al menos 25 millones de dólares. Los principales cultivos exportados fueron soja, arroz y raigrás. Según ISF, Uruguay importó 7.613 toneladas más de semillas no forrajeras de las que exportó en 2021. En tanto que exportó 10.870 toneladas más de semillas forrajeras de las que importó.
- Uso de semillas certificadas por el sector:
El uso de semillas certificadas varía en todo el mundo. De los seis países comparados en el informe de JRG, la tasa más alta de uso de semillas certificadas corresponde a los Países Bajos, el Reino Unido y Uruguay, sobre todo porque los agricultores comprenden y reconocen el valor de las semillas certificadas dentro de sus sistemas agrícolas. Un mayor porcentaje de uso de semillas certificadas es bueno para el sector semillero de un país, ya que suele implicar mayores ingresos para las empresas semilleras y, por tanto, más dólares invertidos en investigación y desarrollo por las empresas semilleras y las organizaciones de fitomejoramiento.
Según el INASE, cerca del 50% de todas las semillas agrícolas uruguayas producidas (excluyendo las forrajeras) y casi el 90% de las semillas forrajeras fueron certificadas tanto en 2020 como en 2021, con un aumento año tras año.
- Organismo regulador y principales partes interesadas:
La mayoría de los países coordinan y dirigen sus sistemas de semillas a través de un único organismo regulador, ya sea gubernamental o, como en el caso de Uruguay, Nueva Zelanda y los Países Bajos, es dirigido por la industria. En los EE.UU., la certificación de semillas la gestiona cada estado, con la orientación de la Asociación de Agencias Oficiales de Certificación de Semillas (AOSCA).
En Uruguay, hay cuatro organismos clave:
La Asociación Uruguaya de Obtentores Vegetales (URUPOV): está conformada por las principales empresas e instituciones dedicadas a la investigación, desarrollo, producción y comercialización de nuevas variedades vegetales. El objetivo principal de la Asociación es velar por los derechos de los obtentores vegetales para contribuir al desarrollo de nuevas variedades y promover el desarrollo sostenible del sector agropecuario. La función clave de la Asociación es promover el fitomejoramiento mediante la prestación de servicios que garanticen la aplicación y reconocimiento efectivos de los derechos de los obtentores a través de mecanismos justos de colecta de regalías.
La Asociación de Productores de Semillas (ANAPROSE): promueve las exportaciones y facilita las importaciones que apoyan el crecimiento y el desarrollo de las actividades de los miembros, tanto públicos como privados.
La Cámara Uruguaya de Semillas (CUS): promueve el uso de semillas de alta calidad y la incorporación de tecnología de avanzada en la producción de semillas; trabaja para fortalecer y promover los intercambios comerciales con el propósito de acceder a nuevos mercados, a la vez que defiende los intereses de los miembros, sirviendo de enlace con instituciones tanto públicas como privadas para apoyar el crecimiento del sector.
El INASE promueve el desarrollo del sector semillero uruguayo. Se financia mediante una tasa por servicio y un aporte anual del gobierno. Las principales tareas del INASE incluyen la evaluación de variedades, el registro de variedades, la certificación de hectáreas y la inspección de control de calidad y las auditorías de acreditación. Realiza los exámenes DHE necesarios para que una nueva variedad sea incluida en el registro nacional de semillas. También supervisa las pruebas de rendimiento de los ensayos de campo como servicio informativo para los agricultores.
Daniel Bayce, director ejecutivo del INASE, afirma: “Abogamos por la producción y utilización de semillas de alta calidad. Mediante el establecimiento de normas de producción y comercialización y velando por su cumplimiento, pretendemos garantizar el acceso a materiales de calidad superior. Nos dedicamos a garantizar el buen funcionamiento de las empresas semilleras, los productores y los usuarios. La dedicación de Uruguay a la calidad, la innovación y una reglamentación sólida garantizan que su sector de semillas continúe floreciendo y contribuyendo a los logros agrícolas del país y a la industria mundial”.
“El INASE desempeña un papel crucial en la regulación y el control de la calidad de las semillas. Esto garantiza que las semillas cumplan con las normas internacionales, lo cual es fundamental para el comercio mundial de semillas. Todos estos hechos posicionan a Uruguay como un competidor exitoso en el mercado internacional de semillas”, agrega Daniel Bayce.
También es importante señalar que Uruguay es miembro de organizaciones internacionales como la UPOV (Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales), la ISTA (Asociación Internacional para el Ensayo de Semillas) y los sistemas de semillas de la OCDE. En conjunto, estas relaciones y procesos significan que “el país les ofrece las garantías y disposiciones necesarias a las empresas semilleras, lo que favorece su establecimiento y el desarrollo de sus negocios allí”, añade Stewart.
- Protocolo de certificación, incluida la autoinspección:
Aunque la mayor parte de la certificación de semillas de cultivos agrícolas es gestionada por el gobierno, en algunos países los protocolos de certificación de semillas proceden de la industria. Incluso dentro de un sistema coordinado por el gobierno, las empresas de semillas optan a menudo por ofrecer garantías de calidad a los compradores de semillas, independientemente o más allá de la normativa gubernamental. Por ejemplo, la mayoría de las semillas de hortalizas es autoinspeccionada.
El informe del JRG identificó que los Países Bajos e Inglaterra auto-inspeccionan un porcentaje significativo de su producción de cultivos de campo y que, en Canadá, los EE.UU. y Nueva Zelanda, la autoinspección está permitida para semilla comú pero no para semillas certificadas. En Uruguay, la semilla original es inspeccionada en su totalidad por el INASE. La certificación de las semillas de primera y segunda generación está basada en un programa de acreditación de la inspección supervisado por el INASE, por el cual se les permite a las empresas acreditadas realizar la autoinspección.
Puede que Uruguay sea relativamente nuevo en la escena mundial, pero está abierto a los negocios.
“Dadas estas credenciales, Uruguay está preparado para desempeñar un papel fundamental como un socio importante en la producción de semillas de contraestación. Esto se refiere a la producción de semillas durante una temporada opuesta a la de las principales regiones de producción, permitiendo un suministro constante de semillas durante todo el año para los mercados mundiales”, añade Stewart.
SIDEBAR
Uruguay encabeza la clasificación mundial de “Suministro de semillas” del Banco Mundial
En su informe Enabling the Business of Agriculture 2019, el Banco Mundial calificó a Uruguay como el primero entre los 101 países de la categoría “suministro de semillas” de la escala de calificación, con un puntaje de 88,1 sobre 100 (en comparación con el promedio sudamericano de 72,1).
La calificación de la categoría “Suministro de semillas” se basó en tres factores:
- El tiempo que lleva registrar una nueva variedad de cereales: Uruguay demoró 305 días en registrar una nueva variedad. En comparación, el tiempo promedio de registro fue de 489 días en toda Sudamérica, siendo el mayor el de Chile, con 698 días. A nivel mundial, Myanmar y Francia obtuvieron los mejores resultados en esta categoría, allí el registro de nuevas variedades lleva en promedio solo 147 y 236 días, respectivamente. En cambio, China obtuvo la puntuación más baja, con un promedio de 1.575 días para registrar nuevas variedades.
- El costo de registrar una nueva variedad de cereales: En Uruguay, el costo de registrar una nueva variedad ascendió al 4,3% de la renta per cápita. Comparativamente, el costo del registro supuso en promedio 28% de la renta per cápita en toda Sudamérica, siendo el costo máximo en Colombia (100%) y el mínimo, en Brasil (3,4%). A escala mundial, el costo de registro más elevado fue el de Malawi, donde asciende a 1536% de la renta per cápita.
- La calidad de las normativas sobre semillas. Los países sudamericanos obtuvieron un puntaje medio de 6,6 en una escala de 0 a 9. Perú, Argentina y Brasil obtuvieron un puntaje de 7/9. Uruguay fue el único país sudamericano que obtuvo un puntaje de 8/9, apenas un punto menos que una docena de países europeos y Zambia, que obtuvieron 9/9.
Si bien Uruguay obtuvo muy buena puntuación en la categoría “Suministro de semillas”, su calificación global fue de 65,5 sobre 100 en lo que se refiere al impacto que tiene la normativa agrícola acumulativa del país sobre la agricultura.