Los cambios en los patrones climáticos y los fenómenos meteorológicos extremos están empeorando la seguridad alimentaria y agravando la malnutrición en América Latina y el Caribe, según el Panorama Regional de Seguridad Alimentaria y Nutrición 2024. El informe, publicado hoy, identifica a la región como la segunda del mundo más expuesta a condiciones climáticas extremas, después de Asia.
Al menos 20 países (74% de los analizados) experimentan con frecuencia condiciones climáticas extremas, y 14 (52%) se consideran altamente vulnerables, enfrentando mayores riesgos de desnutrición, según un comunicado de prensa de la FAO. Estos desafíos se ven agravados por los conflictos, la inestabilidad económica, la desigualdad y el acceso limitado a dietas saludables.
Entre 2019 y 2023, la desnutrición aumentó 1,5 puntos porcentuales en los países afectados por extremos climáticos, y la situación empeoró en aquellos que enfrentan recesiones económicas. Las poblaciones más vulnerables son las más afectadas y carecen de recursos para adaptarse.
El comunicado afirma que el “informe subraya la necesidad urgente de acelerar las acciones para crear resiliencia dentro de los sistemas agroalimentarios, que son fundamentales para el progreso de la región hacia la erradicación del hambre y la malnutrición en todas sus formas. El informe destaca que es esencial garantizar la sostenibilidad a largo plazo de los sistemas agroalimentarios”.
El hambre y la inseguridad alimentaria disminuyeron por segundo año consecutivo
El hambre afectó a 41 millones de personas en América Latina y el Caribe en 2023, una disminución de 2,9 millones con respecto a 2022 y de 4,3 millones con respecto a 2021, según el informe. Sin embargo, el progreso ha sido desigual entre las subregiones: el hambre ha aumentado en el Caribe en los últimos dos años, alcanzando el 17,2%, mientras que en Mesoamérica se mantiene estable en el 5,8%.
La inseguridad alimentaria moderada o grave también disminuyó por segundo año consecutivo, situándose por debajo del promedio mundial por primera vez en una década. En total, 187,6 millones de personas se enfrentaron a la inseguridad alimentaria en 2023: 19,7 millones menos que en 2022 y 37,3 millones menos que en 2021.
Esta mejora se atribuye en gran medida a la recuperación económica en varios países de América del Sur, respaldada por programas de protección social, políticas pospandemia y esfuerzos para mejorar el acceso a los alimentos. Sin embargo, persisten las disparidades y las comunidades rurales y las mujeres se ven afectadas de manera desproporcionada. La brecha de género en la inseguridad alimentaria en toda la región sigue siendo mayor que el promedio mundial.
El desafío de la desnutrición en medio de la variabilidad climática
“La variabilidad y los extremos climáticos son una amenaza para la estabilidad de la seguridad alimentaria y la nutrición”, afirmó el Subdirector General de la FAO y Representante Regional para América Latina y el Caribe, Mario Lubetkin, destacando la relevancia del Panorama Regional 2024.
“La importancia de implementar una respuesta integral, basada en políticas y acciones diseñadas para fortalecer la capacidad de los sistemas agroalimentarios. Esta resiliencia nos permite anticipar, prevenir, absorber, adaptar y transformar de manera positiva, eficiente y efectiva frente a diversos riesgos, incluidos los desafíos asociados al cambio climático y los eventos extremos”.
Lola Castro, Directora Regional del PMA para América Latina y el Caribe, dijo que las crisis climáticas “están haciendo que a las familias de América Latina y el Caribe les resulte cada vez más difícil producir, transportar y acceder a alimentos. Las frecuentes tormentas e inundaciones están destruyendo hogares y tierras de cultivo, mientras que la sequía y las lluvias irregulares están acabando con los cultivos antes de que puedan crecer.
“A medida que se intensifican los fenómenos meteorológicos extremos, el PMA está trabajando con las comunidades y los gobiernos para fortalecer la seguridad alimentaria, proteger a los más vulnerables y construir sistemas alimentarios resilientes que puedan resistir la crisis climática”, añadió.