Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria presenta INTA Paraná 5100 e INTA Paraná 6301, dos nuevas variedades de soja no transgénicas con alto valor proteico y adaptadas a las necesidades del productor.
En un contexto donde la sostenibilidad y la calidad son cada vez más demandadas en el agro, el Programa de Mejoramiento Genético de Soja de la Estación Experimental Agropecuaria Paraná del INTA ha presentado dos cultivares convencionales que prometen marcar un antes y un después en la producción de soja. Pero ¿qué particularidades presentan las variedades INTA Paraná 5100 e INTA Paraná 6301 que las hace tan novedosas?
Estas variedades no transgénicas ofrecen altos rendimientos y resistencia a enfermedades y también un notable contenido de proteína y materia grasa. Ignacio Vicentín, investigador del grupo de mejoramiento genético del INTA, explicó en un comunicado de prensa, “Ambos cultivares se destacan por su alto contenido de proteína y materia grasa, lo que las hace especialmente adecuadas para la producción de alimentos de calidad con excelente valor nutricional.”
Sojas para un mercado exigente
La innovación en el mejoramiento genético del INTA no solo apunta a mejorar la calidad del grano, sino también a satisfacer nichos de mercado específicos, como lo indicó Vicentín. “Estos cultivares se destacan por su condición de no ser transgénicos, respondiendo a un mercado que demanda este tipo de sojas para alimentación humana y animal”. Además, señaló que “se puede obtener un sobreprecio de unos 20 dólares por tonelada en el mercado debido al interés en estos cultivares.”
Con rendimientos promedios superiores, INTA Paraná 5100 registra 3951 kilogramos por hectárea en ciclos agrícolas recientes, mientras que INTA Paraná 6301 alcanza 4106 kilogramos por hectárea. Estas cifras confirman su potencial en zonas clave de Argentina, como Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba.
Resistencia y calidad: pilares del desarrollo
En términos de sanidad, INTA Paraná 5100 destaca por su resistencia a enfermedades como el cancro del tallo (Diaporthe aspalathi), la podredumbre húmeda del tallo (Phytophthora sojae, razas 1, 3, 4 y 25) y también a la mancha ojo de rana (Cercospora sojina, raza 11). En paralelo, INTA Paraná 6301 ofrece resistencia moderada al cancro del tallo y al poseer hilo amarillo es ideal para producir harinas claras, una característica demandada por la industria alimentaria.
Ambos cultivares desarrollados por el INTA destacan por su alto valor nutricional. INTA Paraná 5100 ofrece un contenido del 42,9 % de proteína y un 21,4 % de materia grasa en base seca, mientras que INTA Paraná 6301 aporta un 38,2 % de proteína y un 23,2 % de materia grasa en base seca. Estas características los convierten en opciones ideales para la producción de alimentos destinados tanto al consumo humano como animal, respondiendo a la creciente demanda de productos de alta calidad en el mercado.
Los nombres de los cultivares, explicó Vicentín, están diseñados para facilitar a los productores la identificación del ciclo de madurez de cada variedad, un factor esencial para planificar la siembra y cosecha. INTA Paraná 5100 pertenece al Grupo de Madurez 5, mientras que INTA Paraná 6301 se encuentra en el Grupo de Madurez 6. “Esta identificación ayuda al productor a entender el comportamiento del cultivar en cuanto a su ciclo y en qué zonas del país puede sembrarse,” afirmó.
En cuanto a las áreas de adaptación, INTA Paraná 5100, al ser un cultivar de madurez 5 corto, es ideal para la zona sur de Entre Ríos, el norte de Buenos Aires, y las regiones central y sur de Santa Fe y Córdoba. Por otro lado, INTA Paraná 6301, que pertenece al Grupo de Madurez 6 corto a medio, encuentra su mejor desempeño en la zona centro y norte de Entre Ríos, así como en Santa Fe y Córdoba.
Innovación que lleva años en el campo
El camino hacia estas innovaciones comenzó hace casi dos décadas. De acuerdo con el comunicado, los cruzamientos para desarrollar el INTA Paraná 5100 se llevaron a cabo en el 2006 y para INTA Paraná 6301 se realizaron en 2011. “Tras años de avance generacional y selección basada en calidad, sanidad y rendimiento agronómico, se seleccionaron e inscribieron las líneas que dieron origen a estos cultivares,” explicó Vicentín.
Aunque actualmente su producción y comercialización están en etapas iniciales y limitadas a convenios cerrados con procesadoras, las expectativas para estas variedades son altas.
El INTA, con su compromiso constante por mejorar la productividad y la sostenibilidad del agro argentino, demuestra una vez más su capacidad para innovar. Estas semillas no solo ofrecen nuevas oportunidades para los productores, sino que también reflejan el potencial de la tecnología aplicada al campo.