En Seed World Group, una de las preguntas que hacemos en las entrevistas es: “¿Cuándo fue la última vez que cambió de opinión sobre algo? Me sorprende la frecuencia con que la gente no tiene una respuesta o bien se disculpa cuando la tiene. No se dan cuenta de que para nosotros es una gran fortaleza.
No es que estemos buscando a alguien que cambie de opinión frívolamente, por supuesto, sino a alguien lo suficientemente consciente de sí mismo como para entender y considerar por qué otra persona puede sostener un punto de vista diferente. Escuchar lo que dice una persona es sólo una parte de la batalla; comprender por qué lo dice y ser capaz de reflexionar sobre lo que uno cree haber entendido, es fundamental. Esta técnica tradicional de comunicación garantiza claridad y comprensión mutua, pero ya no la utilizamos tanto. Es una habilidad que debemos recuperar.
En nuestro sector tenemos un problema que lleva tiempo gestándose. Existe una brecha importante con respecto a comprender lo que se necesita para cumplir con un planteo. Esto resulta especialmente evidente cuando se trata de políticas. Una cosa es pedir algo y otra es tener claro qué hay que hacer para lograr que se cumpla.
Esto se pone especialmente en evidencia cuando el gobierno trata con la industria, y viceversa.
Cuando hablo con personas en situaciones como éstas, resulta evidente que no quieren hacer concesiones. Tienen una opinión firme, y eso les impide ver los matices que implica hacer que las cosas sucedan. Necesitan generar claridad, pero no lo hacen porque temen acabar haciendo concesiones. Ven el compromiso como un fracaso, porque la situación suele implicar sentarse con personas con las que no están de acuerdo.
Muchos hemos perdido la capacidad de mantener conversaciones y un intercambio sano con quienes estamos en desacuerdo, lo que constituye un problema fundamental en el tema de políticas y, francamente, en todo el sector mundial de semillas.
Esta falta de capacidad para comprender el punto de vista de otra persona o para ser lo suficientemente claros como para crear un camino a seguir nos impide alcanzar nuestros objetivos. Cuando no nos cae bien una persona o lo que creemos que representa, levantamos muros para protegernos: muros de comunicación que nos protejan de las ideas y las personas que no nos gustan, y de ser desafiados.
No queremos escucharlos ni hacer concesiones. Nos gusta sentir que tenemos razón. Es la naturaleza humana. Si realmente escuchamos a las personas con las que nos sentamos a hablar, existe el temor de tener que llegar a una posición intermedia o, al menos, de reconocer que tienen derecho a sentirse como se sienten. Con muros como estos, no hay lugar para una auténtica conversación. Si pudiéramos encontrar la manera de sentarnos y mantener una conversación abierta y sin miedo, podríamos avanzar de verdad.
Debemos fomentar la habilidad de hablar CON alguien en lugar de hablarle A esa persona. Es una habilidad que se está volviendo cada vez más escasa y creo que las redes sociales han erosionado nuestra capacidad de entablar auténticas conversaciones bidireccionales. Debemos centrarnos en desarrollar de nuevo esta habilidad, ya que es crucial para una eficaz comunicación y colaboración.
Mi padre solía decir: ‘Si no tienes firmes convicciones, caerás por cualquier cosa’. Lo que quería decir era que es importante tener valores firmes. Sin embargo, mucha gente suele interpretar esa frase como que hay que tener una opinión férrea e inquebrantable, lo que solo crea una barrera para aceptar cambios u otros puntos de vista.
Ser extremadamente obstinado, hasta el punto de no cambiar nunca de opinión, conduce a una mentalidad extrema en la que luchamos con uñas y dientes para asegurarnos de que todo el mundo sepa lo que defendemos y que nunca nos apartaremos de ello.
Llegar a un compromiso para alcanzar la meta no es un fracaso. Requiere sabiduría, autoconciencia, compromiso y valor. A quienes piensan que el hecho de llegar a un compromiso para alcanzar una solución es malo, les sugeriría que, o bien aún no han estado expuestos a muchas situaciones o bien están confundidos sobre cuál es el objetivo final.
uestionOtra máxima de mi padre era: ‘Puedes tener razón o bien lograr que las cosas salgan bien’. El hecho de estar comprometido a que las cosas salgan bien es distinto a comprometerse a tener la razón. Encare las conversaciones con la mentalidad de lograr que las cosas salgan bien y se sorprenderá de las soluciones que pueden surgir.